lunes, 28 de mayo de 2012

Porque sé que no sé, creo.


"Porque sé que no sé, creo". Una frase a priori absurda pero a la vez magistral, como aquella del famoso pensador "sólo sé que no sé nada". Si bien el autor de ésta segunda frase fue uno de los constructores del pensamiento occidental, de los arquitectos de nuestro modo de pensar, el autor de la primera es uno de los arquitectos más notables de España, y probablemente de Europa, y gran amigo mío: D. Miguel de Oriol e Ybarra.

Nació en Madrid el día de los Santos de 1933, cosechó ya en su etapa de estudiante varios de premios y reconocimientos tanto en Bachillerato como en la Escuela Superior de Arquitectura. Tras su paso por EE.UU. y su doctorado, en Junio de 1990 es elegido Académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Casi nada. 

Pero ya ejerciendo como arquitecto ha conseguido más galardones, entre los que destacan el primer premio del concurso para la construcción del Edificio "Torre Europa" de Madrid, el premio del Excmo. Ayuntamiento de Madrid por la "Remodelación de la Plaza de Oriente" o el accesit en el Concurso del "Diseño Técnico del Nuevo Área Terminal del Aeropuerto de Madrid/Barajas". Sus principales obras en Madrid, además de las anteriormente mencionadas, son la Escuela de Música Reina Sofía de la Fundación Albeniz, la remodelación de la Casa de los Infantes (El Escorial), el Club de Golf La Moraleja, los barrios de La Rinconada, la Ciudad Residencial Club de Campo en San Sebastián de los Reyes, el conjunto Rosa Luxemburgo en Aravaca, y entre las que ha construido en el resto de España destacan la Universidad de San Sebastián, el Monasterio de Alcántara o la Residencia San Jaime en Estepona.

Además consigue sacar tiempo para colaborar con sus artículos en el diario ABC y otros periódicos y revistas, e incluso para publicar un libro, "Ser Arquitecto".

El motivo de esta entrada no es otro que dejarles un enlace al último de sus brillantes artículos de opinión, titulado como habrán podido adivinar, "Porque sé que no sé, creo". Con él viene a romper una lanza en favor la importancia de mantener como pilares de nuestra civilización, como patrimonio universal, la honestidad, el orden, la belleza y la verdad. Estos valores, junto con la fe y el credo de cada una de las culturas y civilizaciones, están a punto de sucumbir aplastados bajo la suela de una juventud autárquica, desvergonzada, maleducada, desaliñada y blasfema. Por eso pide al beato Juan Pablo II y al fallecido cardenal Agustín García-Gasco (natural de Corral de Almaguer) que intercedan por nosotros para iluminarnos en el futuro con su ejemplo. Aprovecha también para hablar de su relación con el ex-embajador de EE.UU. en España, mi amigo Edward Romero.

Sin más, os dejo el enlace para que podáis leer el artículo:


Antonio Mancheño.




P.D.: Acabo de recibir una carta de mi buen amigo D. Miguel en la que adjunta una copia de este artículo publicado en ABC con una dedicatoria especial. ¡Muchas gracias!




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